martes, 28 de julio de 2015

Lo divino y lo animal.



(El cadaver divino toma forma en el animal.)

La idea de Dios es una idea peligrosa. Quien osa a experimentar con ella corre el riesgo de adorarla. Pero sin embargo, una vez superada su repercusión moral y ontológica, puede ser útil en un sentido completamente creativo. Con Dios se abre de plano un nuevo estadio emocional y experimental en el sentido sentimental. El plano divino. Lo que propongo aquí no es una adoración o creencia en un Ser superior, sino una experimentación emocional con la idea de Dios. La idea de Dios, por más escupida que haya sido, se encuentra presente mediante el poder de las instituciones. Por tánto, robémosela, y relacionémonos con ella en un plano puramente individual.




(Lo místico produce terror)

Por más que Dios no exista, debe ser enfrentado, comprendido, y utilizado como concepto emocional. Dios deja de ser una entidad creadora y pasa a ser un plano emocional perceptivo en dónde las cosas tienen cierto valor superior al mundanal. Allí hay una fuerza, una divinidad propiamente humana, la conoración poética del hombre en pos de una obra que no puede crear racionalmente. Dios es el ocaso de toda cotidianeidad en un plano superior y misterioso. Dios es la sumatoria de los anhelos y deseos humanos plasmados sangrientamente sobre un lienzo en blanco. Dicha pintura, refleja la crueldad como la desgarradora situación existencial en la que nos encontramos. Dios no es un enunciado, es una imagen. No es un razonamiento, es un dolor.





(Dios no existe sin la emoción)


El anhelo de trascedencia implica una sola cosa: intensidad. Dios es, por sobre todo, sinónimo de intensidad. Sin embargo, nuestras uñas son demasiado débiles para desenterrar su Cadaver. Se quebrarían. Han de tornarse, entonces, en garras que devoren el cielo. Si la intensidad ya no puede encontrarse en Dios ¿Qué queda de sagrado?. Lo animal.







(Lo divino y lo animal se confunden)

 Pero antes de preguntarnos por el animal, ¿por qué no el hombre?.  Porque el hombre está en plena muerte. El hombre fracasó. El hombre es un estado inherte. Una paradoja de la razón. El hombre es la intensidad mutilada en un suave raciocinio que solo profesa eternidades negras, alienación y decadencia. No hay nada brillante en el hombre, porque el hombre es negación de lo brillante. Es negación de lo sagrado y de lo animal.





(El hombre es carencia de divinidad y represión de animalidad)

Por contrario, tanto divinidad como animalidad dan la sensación de algo más. Dan el coraje y la voluntad de algo que no le importa su muerte. Son poderes en plena expresión. Son la propia reafirmación estética del individuo, que considera su sublimidad más digna que cualquier verdad.Una vez muerto Dios, y muerto el hombre, queda solo paso a lo animal. Lo animal no es un estado primitivo, sino una primitivización de las complejidades. Lo animal es un resurgir de la propia intensidad antes devenida en religión y asesinada en ciencia. La propia forma, la propia divinidad, se preserva de su muerte complejizándose a tal punto de volverse primitiva. Sangra de tanto orden, y se vuelve carne. Las emociones que antes nos hacían religiosos, hoy nos hacen animales.


(El salvajismo integra en su estética lo divino)





2 comentarios:

  1. Que buenOOOOO! Felicitaciones a todos ..... a tu inspiración y a tus colaboradores de imágenes,sonido.......... Love!

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    1. ¡Muchas gracias! Tener lectores que de alguna manera disfruten el espacio como a su vez se vean cuestionados por las afirmaciones que hago, es más que una inspiración para seguir escribiendo.

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