jueves, 21 de mayo de 2015

La voluntad animal



El principio de orden de toda anarquía es el siguiente: una vez que no haya ataduras morales e institucionales, es decir, una vez que la absoluta quietud se dé, la ausencia de todo liderazgo y todo deber, se presenta una noción denominada como “ordung”, es decir, el orden natural. Este orden natural es arquetípico y paradigmático, pues se basa en la libertad y en la voluntad como principios fundamentales de toda organización social. Es decir, una sociedad de individuos, aunque estos se vean enmascarados en una ideología. Aunque suene paradójico, la libertad se basa en la expresión pura de la voluntad, sin ninguna limitación o restricción, o si fuere el caso, una restricción elegida libremente. De esta manera, en todo proceso anárquico-post-anárquico se sustituye el orden convencional o artificial por el orden natural. Ahora,  tomesé este esquema a un nivel más esencial, más primitivo en la individualidad humana, no como colectivo, sino como propiamente constitutivo del sujeto. Tenemos, en tanto,  dos órdenes análogos. La acción del caos, como la acción anárquica, sustituye aquellos lazos convencionales que hacen del espíritu un ser pensado por lógicas de represión de impulsos. La voluntad artificial se sustituye por la libre voluntad natural, llamese-le “la voluntad animal”.



(El orden natural (reprimido) se enmascara en una ideología estética que oculta lo reprimido, se enmascara ante la convención y visibiliza su voluntad.). 


Voy a explicar mejor este concepto. El sujeto está, particularmente en la sociedad post-moderna, completamente re-construido políticamente hablando. La politización de la voluntad fue inminente. Burocrática, social y culturalmente controlado, enjaulado. Está atado con cadenas de hierro a una gran marionetista, a un Dios invisible. Este Dios se manifiesta en la voluntad artificial. Las motivaciones humanas son completamente anti-animales. La conciencia está construida y pensada. (Esta noción fue desarrollada completamente en el texto “La libertad animal”). El ser humano tiene preocupaciones completamente controladas  y su esencia se ve complementada por el lenguaje convencional. Este orden hace la “construcción”  del espíritu y no el “nacimiento” del mismo. Lo que se debe dar es un “parto”, doloroso,  y no  una construcción mediante mecanismos.




(La máscara es la adopción voluntaria de un rostro.)




  (Nunca una imposición.)


El hombre mecánico es dominado mediante el goce y la despreocupación, mediante la racionalidad y la obligación. Está obligado a ser feliz, cuando es feliz, y está obligado a la infelicidad y  la frustración, cuando este manto divino le impone desgracias. ¿Qué de animal hay en este continuo de padecimiento-respuesta? Nada.



(No hay espacio natural donde el animal se manifieste, la lucha es inminente.)


                                   (Naturalmente, quien corona su voluntad, obtiene sofisticaciones.) 


El animal satisface completamente la voluntad, es el estadio más libre sobre la tierra. Sin embargo, para que se de una sociedad, el hombre comienza a crear lenguajes y mundos en los cuales renuncia a esa libertad, y reprime su voluntad. Construye una nueva  voluntad artificial y el orden convencional se convierte en el arquitecto de individualidades. No hay libertad, porque no hay voluntad pura. Solo una gran ciudad de falsedades. 



¿Cómo se puede reaccionar a esta encadenación? Tomando el ejemplo de la anarquía, mediante la destrucción y la reconstrucción natural. Hay que fomentar un “nacimiento”, un parto.  Así como socialmente debe darse un “orden natural”, esencialmente la voluntad debe ser animal. La libertad es la única condición y principio absoluto. Mediante la irracionalidad, la oscuridad y la completa destrucción de juicios y concepciones establecidas, se da lugar al nacimiento de la voluntad animal. Es un proceso de auto-destrucción que liberará a la esencia de las propias ataduras convencionales. Sólo así, bajo la desoladora lluvia, en un llamado de libertad, el hombre vislumbra una quietud, y posteriormente una transformación que obedece a un nuevo maestro: su voluntad.





(La destrucción de un mundo, de los valores asentados, de la voluntad artificial.) 


(La voluntad animal, desnuda frente a la lluvia. Reconoce su nacimiento, y luego del dolor, encuentra paz, en la misma guerra.)
"Trasnfómate (...) Para siempre".


Marcos Liguori. 

2 comentarios:

  1. Hay un equívoco en la manera en que los filósofos del siglo XVIII piensan la libertad, ese equívoco permea toda la modernidad y promueve el pensamiento anarquista, pero también el positivista. Creo yo que pensar que en la naturaleza hay libertad, es un error. Los animales no son libres, están supeditados totalmente a sus instintos, son pura naturaleza, la libertad es un concepto fundante del hombre civilizado,
    entonces ¿luchar por la libertad es buscar "la voluntad animal" a toda costa? No, lo creo.. la naturaleza es implacable!! La naturaleza en el hombre promueve la guerra, la ley del más fuerte, la batalla por la sobrevivencia...!!! es decir, promueve lo peor del ser humano...!!!
    La búsqueda de la libertad.... está por otros caminos... diferentes a la "irracionalidad", "la oscuridad" y la "completa destrucción de juicios", se lo digo yo, que he visto gente serruchada por hombres con motosierras, destruyendo comunidades enteras...!!

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    1. La modernidad terminó en la muerte y la guerra. "El sueño de la razón produce monstruos." Aquellos monstruos son el reflejo de un reinado que reprime y enfermiza a las manifestaciones de la voluntad que son, metafóricamente, animales. La libertad es la furia. El concepto reprime la libertad .Quizás destruyendo conceptos que repriman nuestra animalidad y creando nuevos que se adapten a esta furia podremos construir una noción de libertad como la que hablás. La libertad es el esplendor del instinto. Y el instinto es menos cruel de lo que pensás. ¿Hasta que punto un campo de concentración obedece a un instinto? Yo solo veo racionalidad, orden y sistematización.

      Muchas gracias por tu comentario.

      Saludos!

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