Sacrifico mi ardor
Al canto de los
músculos
Quemo conceptos en sudor.
Toda abstracción es
un pecado
En el limbo
De mis sensaciones.
Siento tanto calor en mi rostro, que la tierra húmeda es un
lecho confortable. Deseo solo la brisa. Cualquier catedral se me hace
repudiable. La desnudez es mi única religión.
Acaricio mi piel
Deseo tocar la
tierra
Y besarla.
Me he dedicado al placer. He hecho de las voluptuosidades un
santuario. Los cuerpos se degradaron en belleza material. ¿Son algo ante la
muerte?
Lamentablemente nada. La inconsciencia y el abandono adivinan en su predecible final que sin concepto no hay salvación. La frente
desnuda es débil. Es necesaria la corona.
Marcos Liguori.
. . . y me pierdo en el delicioso laberinto de tus abstracciones.
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