El verso es anti-creación
El poeta es el anti-cristo
No hay mas designio en sus letras, que la consumación del mundo.
En una sociedad en la que el imperativo del
progreso (ciego) es evidente, los espacios de quietud y de destrucción
(espacios de caos) son de gran valor. Sin
temor a errar, me atrevo a afirmar que la poesía es el elemento esencial para
la experiencia vital humana en toda su completitud. Al ser un arma de doble filo, se dirige
directo a la razón y la emoción, causando efectos en la conciencia y la
inconsciencia, dos aspectos que forman la naturaleza humana. Sin embargo, el carácter más rescatable del
poema es que inmoviliza y consume. No crea. El poeta no es un creador, es un
consumador.
Si se quiere encontrar un ejemplo, claramente se
puede ver el caso de la religión cristiana. En virtud ideológica, el
cristianismo es una doctrina con un claro anhelo: la corrupción del mundo
presente, y la ensoñación mística que se
logra a medida del dolor y el sufrimiento. De ahí que poéticamente, el cristianismo es la religión más fuerte, y ha
influenciado a las obras más bellas que nuestra historia se ha enorgullecido de
remembrar.
El secreto se encuentra en este carácter
consumador. El poeta no desea crear porvenir, sino capturar del pasado y del
presente las imágenes y emociones que lo
lleven a un retroceso o a un estado de absoluta quietud en donde la voluntad es
anulada. El deseo de paisajes soñados, la
evocación de la figura femenina, la oda
a la religión, el canto la muerte, la declaración del amor, la tristeza melancólica, son todos movimientos regresivos e imágenes que ya están presentes y
asentados. El poeta figura a la musa y la arrastra para sí, la poesía se
compara a la acción del mar. De ahí la importancia que tiene un carácter
poético para que la reflexión actué en todo ámbito cotidiano. La poesía consuma
e inmoviliza. Consuela y mata cualquier deseo, incluso a veces acaba con la
misma vida. Esta fuerza retrógrada,
destructora, tiene la particularidad de
ser estetizadora. Aplicada a todo ámbito
social, la banalidad o el deseo superfluo se verá completamente anulado, dando
lugar a que el hombre busque repetir la experiencia consumadora poética con
todo tipo de elementos que estén a su alcance. Así, eliminará aquello que no le
sirva para consumar ese mundo, y aquello que no le sirve es lo completamente
banal. Este carácter poético es el acto
de reflexión inconsciente. Mucho más bello que el obrar filosófico, debido
a que tiene un profundo impacto en la emocionalidad humana. Es decir, la poesía es la filosofía de la
inconsciencia y la emoción. Por ello, es
fundamental en todo carácter sea intelectual o no. Inmovilizará, y seleccionará lo esencialmente
perturbador o importante de cada subjetividad humana. El hombre podrá encontrarse a sí mismo. Una
vez que la tarea haya obrado individualmente, se esparcirá hasta dar en la
comunidad y en la sociedad.Todo movimiento, todo obrar, responderá a un
sentido poético, y cada conjunto humano dejará de avanzar hacia los restos de
un Dios que impera muerto, y se acercará retrógradamente a sus cualidades
esenciales. Será el dominio del arte, y el verdadero ocaso de la razón.*
*(Se me refutará que el arte, en su última
escena, se aleja de la expresión estética
y responde a cuestionamientos racionales o propiamente discursivos. Sin
embargo, los cuestionamientos también conforman un acto retrógrado, y nunca he
visto arte inquieto por verdad y conocimiento, sino que su carácter soberbio
consiste en simular que todo lo sabe y no mostrar puntos débiles. Siempre tiene
algo que decir del mundo de acuerdo a lo que ya existe. Es orgulloso, y no
busca verdad, la expone. En todo caso, el porvenir utópico sería la contaminación artística y poética de todo ámbito racional.)
Marcos Liguori
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