Tanto
en la literatura de Hesse como en la de Bataille, podemos ver la fuerte
presencia de la figura del “Mal” como emancipación del hombre de la
convención. Es curioso notar que en
ambos espectros literarios, el mal encarnado es representado no solo como algo
metafísicamente en un estado de expresión puro, sino también en la figura femenina, específicamente en la de la madre.
Pero no de la madre en el sentido de Edipo (o quizás también), personal, sino
de la madre de todos los hombres. Hablamos de Eva. Particularmente para Hesse,
tanto en Demian como en otra obra quizás tanto o más fundamental que esta:
Narciso y Goldmundo. La madre representa la fuerza salvaje, la divinidad, pero
la divinidad siniestra. En contraste con el mundo donde la moral es
preservada, el convento, Goldmundo encuentra la intensidad
divina en su sentimental viaje, donde no es sino la figura del mal, la de la
madre, la que lo alumbra en el horizonte. El personaje se someterá poco a poco
a la transgresión de las convenciones morales que lo forjaron, tanto su padre
como el convento, siguiendo los pasos de la madre, llegando a instancias en que
comete incluso el asesinato, o la lujuria, pero narradas con una
dulzura que ameniza cada ruptura o crisis moral. Esto genera una
angustia, propia en Goldmundo, como el pecho de cada ser que la
sienta.
Es la angustia propia de que el Mal es el medio para alcanzar la
intensidad divina, llámesele la divinización del mal.
En el convento, en el ámbito de la “oración”, se logra solo una
serenidad acorde a la rectitud moral, pero el Mal asegura de por sí una
intensidad emocional, filosófica, física e incluso metafísica que hace del que
lo práctica o cede a su influencia encuentre su razón de ser o la propia
sacralización. Será lo que guíe al sentimental Goldmundo, y será lo que
libere a Sinclair (Protagonista de Demian) del cascarón moral que lo encerraba,
llámesele como él mismo lo nombraba, el mundo luminoso. El de la familia.
El del hogar.
Hay una parte importantísima en dicho libro, escena en el que el
joven Sinclair se encuentra con su primer rival, Franz
Krommer. Este le hace cometer un ultraje, y comienza a manipular a
Sinclair mediante esa situación. Franz Krommer representa una amenaza
propiamente moral, de desestabilización de dicha moralidad. Paradojica y
brillantemente, ¿Quién es el salvador del joven Sinclair? El demonio, Demian,
el mal puro, Caín, Eva. Demian es el mecanismo de defensa de Sinclair, mediante
el cual diviniza su propio espíritu , reconociendo la propia maldad y la
inmersión en el “mundo oscuro”. Si vamos más lejos, Demian no sólo es la
encarnación propia del demonio, sino de Eva (Madre de Demian en el
libro).
(Quién quiera nacer deberá destruir un mundo.) Demian, Hesse
(Le dije madre y le dije amor, la llamé prostituta pérdida.) Demian, Hesse
(La nombre Arbaxás.) Hesse
Mediante la corrupción y
la transgresión del bien, o de las convicciones morales, el ser humano o el
individuo logra romper el cascarón y volar a hacia Dios, el nombre de ese Dios
es Abraxas. (Bien y Mal. Dios y Diablo.)
En fin, lo que representa el Mal en la obra de Hesse es la propia
emancipación de las ataduras morales que reprimen la maravillosa esencia de
cada hombre. Ese mal es representado no como una simple transgresión de una
convención moral, sino como algo fascinante, como algo metafísico, que lleva a lo sacrílego y
al mundo de la dualidad, de la propia
divinización. Es Eva.
Este rasgo se va a ver claro en la literatura de Bataille. Desconozco si Bataille leyó a Hesse, (sería casi imposible que no) o si este influyó en él, pero encuentro una semejanza fundamental. La figura fascinantemente maligna de la Madre (Eva), así como la divinización de ese mal. En la obra “Mi madre”, Bataille encarna al mal absoluto en la corrupción, la degradación y la inmundicia erótica que representa la madre del protagonista. La madre es la transgresora que promete la propia divinidad no mediante el camino religioso sino mediante la corrupción constante. Se trata de la encarnación maligna de lo erótico, como acto destructivo de la propia moralidad que obstaculiza la plenitud individual. Para Bataille, en esta obra, lo repugnante, lo sucio y lo oscuro es equivalente a lo más sagrado y divino. El mal es garantía de felicidad, la propia perversidad es el camino de la redención. Hay sin duda, una fascinación estética y emocional por el mal que diviniza su esencia. ¿De qué es producto esa fascinación? ¿De la propia moralidad social y convencional que asfixia y que impulsa al ser a ver encanto en la transgresión?
(El mal se diviniza degradándose.)
A riesgo de parecer un moralista, me atrevo a decir que el bien engendra
al mal. No es sino la actitud religiosa de reprimir la propia animiladidad y la
propia maldad, que hacen a un estallar neurótico e insano de la misma. No se
puede percibir al hombre desde una sola fase, el alma humana no es
completamente buena. Exigir esto, es más perjudicial que aceptarlo. Porque el
mal neurótico y “moral” es la reacción natural a la imposición de convicciones
erróneamente reconocidas como rectas. El hombre debe tomar al mal como parte de
su constitución metafísica, y se convertirá paradójicamente en un “mal
benigno”. Si, tan dulce y amoroso como la narrativa de Hesse. Este
tipo de mal, encarnado en Demian, en Eva, es tan solo la destrucción de la
convencionalidad. Lo que nos hace romper el cascarón. Reconocer el
mal como constitutivo del mundo y la propia naturaleza humana, disminuye el
deseo transgresor, y se convierte en arma de libertad y emancipación. El
hombre no asesinará, no hará ningún tipo de daño a los demás, porque la propia
convención moral que antes lo oprimía a tal punto de eróticamente querer
transgredirla, ya no existe. El hombre vuelve a ser uno con su
animal , con su demonio. Reconocerá las dos facetas de la vida, y en la
fascinación estética verá el mal realizado. Esta realización no será dañina,
pues será solo emoción, poesía y arte. El mal es el impulso de la
literatura, y la propia ficción. La marca de Caín relucirá en la frente,
y la divinidad será hecha carne, sacramente profana.
Véase en el siguiente video, una entrevista a Georges Bataille, en dónde explica en qué punto el mal se expresa en literatura.
Marcos Liguori.
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