El concepto se disfraza de
religión. A los sentires de la carne nada es verdadero. Sólo el dolor, el goce,
la náusea y la furia significan algo relevante, pero por su sensibilidad artística sensorial. Por la euforia y la debilidad. Sin embargo -cual dialéctica esplendor-ocaso- de la inconsciencia brotan
los más pesados y fríos dogmas, en catedrales.
La carne erige un imperio devastador. Ensarta al corazón con tres
espadas y domina toda respiración. Ataca la inconsciencia y vence. Pero así obra un Dios. ¿Qué diferencia al
lenguaje de la religión? Nada. ¿Que hace
a la verdad? Nada. ¿Que hace a la filosofía? Nada. Toda concepción es mero
misticismo. Somos grandes crédulos. Si dudásemos por un instante de nosotros
mismos, nos encontraríamos frente al abismo.
No hay Dios
No hay Razón,
Solo esplendor y
ocaso,
De la Carne.
Sin embargo, puedo acariciar
los conceptos. Puedo congelarme. Puedo vislumbrar en mi frente una gran corona
de carne, que termina en metal y
púa. He sacrificado sangre y
lágrimas en mis creencias. He recibido los azotes que me proclaman rey.
Estoy hablando con la
nada, y estoy harto de que el abismo me devuelva la mirada, se la devolveré a
él, con una corona en la frente.
Marcos Liguori.
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